Mi primer solo en Kongo Bongo. (Verse de afuera)
El éxito de seguir adelante consiste muchas veces en poder verse de afuera, o sea ser objetivo con uno mismo. Podemos ir de un extremo al otro; del optimismo ingenuo al pesimismo demoledor.
Una mala percepción puede llevar a la frustración...
Para desarrollar este concepto usaremos dos extremos caricaturescos. Nada es tan extremo como lo que describiremos, pero la exageración nos ayudará a identificarlo.
Si somos muy benévolos, caemos en algo así como el caso del "hijo único" que según el universo que lo rodea hace todo bien. Y creemos que somos maravillosos. Pero cuando enfrentemos a la vida tal cual es, chocaremos con una pared de indiferencia, que con suerte veamos. Si a esto le agregamos poder económico, estaremos perdidos en un mar de negación.
O por el contrarios, somos tan exigentes con nosotros que nada nos convencerá. Y no nos sentiremos felices aunque seamos los mejores profesionales.
Yo, personalmente, estaba más inclinado hacia el segundo caso, o sea hacia el pesimismo.
El ataque más severo que sufrí de este tipo lo viví cuando tuve que hacer mi primero solo en el Kongo Bongo. Fue en una actuación en la Sala "El Tinglado", a mediados de 1989.
Kongo Bongo en los 90. La banda pionera del reggae en Uruguay.
Tocábamos varios temas, uno de ellos se llamaba África o Mama África. Cuando llegó mi turno, empecé a improvisar, con un sonido distorsionado, en mi equipo de ese momento, un Roland S40. Antes de finalizar el solo . me sentí muy mal, muy incómodo, y lo corté abruptamente...
Cuando llegué más tarde a mi casa estaba tan triste que pensé que nunca volvería a tocar música.
Pero al otro día pasó algo maravilloso...
En el ensayo de la banda, alguien había conseguido la grabación de la actuación. Y la escuchamos en grupo. Para mi asombro, ese solo que yo había sentido tan horrible, estaba bastante mejor que mi deformada percepción de la noche anterior. Y hasta llegó a gustarme.
Ahí recordé también un artículo de Robert Frip en la Guitar Player que hablaba de no juzgar la actuación en el memento que se produce, sino en otro momento.
Para mi asombro, ese solo que yo había sentido tan horrible, estaba bastante mejor que mi deformada percepción de la noche anterior.
Por eso desde ese día aprendí a no juzgar tan rápido. Incluso a veces pasa lo contrario, creemos que hicimos algo hermoso y trascendental; y no lo es tanto.
De ahí en más, uno empieza a no juzgarse tanto.
Si no se juzga tanto, puede ser más objetivo, y empieza a disfrutar.
Si disfruta, se le nota, y a los demás les termina gustando.
Kongo Bongo en los 90. La banda pionera del reggae en Uruguay.
Tocábamos varios temas, uno de ellos se llamaba África o Mama África. Cuando llegó mi turno, empecé a improvisar, con un sonido distorsionado, en mi equipo de ese momento, un Roland S40. Antes de finalizar el solo . me sentí muy mal, muy incómodo, y lo corté abruptamente...
Cuando llegué más tarde a mi casa estaba tan triste que pensé que nunca volvería a tocar música.
Pero al otro día pasó algo maravilloso...
En el ensayo de la banda, alguien había conseguido la grabación de la actuación. Y la escuchamos en grupo. Para mi asombro, ese solo que yo había sentido tan horrible, estaba bastante mejor que mi deformada percepción de la noche anterior. Y hasta llegó a gustarme.
Ahí recordé también un artículo de Robert Frip en la Guitar Player que hablaba de no juzgar la actuación en el memento que se produce, sino en otro momento.
Para mi asombro, ese solo que yo había sentido tan horrible, estaba bastante mejor que mi deformada percepción de la noche anterior.
Por eso desde ese día aprendí a no juzgar tan rápido. Incluso a veces pasa lo contrario, creemos que hicimos algo hermoso y trascendental; y no lo es tanto.
De ahí en más, uno empieza a no juzgarse tanto.
Si no se juzga tanto, puede ser más objetivo, y empieza a disfrutar.
Si disfruta, se le nota, y a los demás les termina gustando.
Solos en Kongo Bongo
Solo de guitarra de
Gabriel Otero Giordano
en Kongo Bongo
Kongo Kongo telonero de Mano Negra 1992
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