Actitudes para la práctica

Si bien esta publicación está orientada desde la práctica musical, sus principios se pueden aplicar en otras muchas disciplinas. El progreso del aprendizaje se desarrolla a lo largo del tiempo. Así de simple. Pero hay varias actitudes a seguir que son las que lo hacen posible. Si fallan podemos estancarnos. Cada alumno sigue su camino personal. Para verlas más claramente las hemos nominado como: regularidad, profundidad, hacerlo cotidiano, y discernimiento.

Regularidad

Lo primero es lograr regularidad en la práctica. Hay que darle un lugar en nuestra vida. Me decía mi primer gran maestro Atilio Rapat: "una gotita que cae por años sobre una roca termina agujereándola". Debemos adquirir una rutina de práctica. Todo profesional la tiene. Generalmente se tiende a practicar a diario, con algún día de descanso.


Profundidad

Con la regularidad  no basta. Hay cosas que sólo se aprenden es sesiones profundas. Puede ser dentro de una sesión de estudio, o en una actuación. Un deportista practica todos los días, pero compite semanalmente, o mensualmente. En esa jornada logra la profundidad, la resistencia, y el manejo de la presión si hay público.


Hacerlo cotidiano

Hacerlo cotidiano significa convertirlo en parte de nuestra vida. No solo practicamos en las sesiones programadas. en los ensayos, sino que vamos convirtiendo nuestra vida en música. Agarramos el instrumento y tocamos. Simplemente eso. Tocamos

Discernimiento y evaluación

Es saber cuándo practicar, cuando descansar. Generalmente se trata de saber leer nuestras sensaciones Me siento bien, sigo. Me siento inquieto, descanso. Es difícil hacerlo solo. Hay que pedir ayuda. Una cosa importante para saber es que, si algo no sale, la tendencia es a repetir y repetir. Y esto pude llevar a un vicio. Cuando algo no sale, lo más sano es buscar otra forma de hacerlo.

La autoevaluación constante es sana siempre y cuando no se convierta en obsesión. Nos damos cuanta que llegamos a este punto porque no estamos haciendo música. Por eso recurrimos a la ayuda del otro, aplicando la receptividad. El otro es quién me dice que en algo estoy fallando, o que voy bien encaminado, aunque no me lo crea. Es saludable corregir los dos extremos.

Comentarios

  1. Realmente son muy buenos tus comentarios. Desde mi escasa y lejana experiencia los comparto plenamente

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