No hay músico sin memoria...

No hay música sin memoria. El músico debe recordar largos pasajes, escales, armonías, ritmos. Todo a la vez.


Pero la memoria es una hija poco valorada en occidente. 
Vivimos inconscientemente con la falsa oposición de que el memorioso no es inteligente. Lo cual es una barbaridad. 
Es un capricho que no viven los asiáticos. Los hindúes memorizan larguísimos números. Y son la elite de los programadores informáticos.

 

El hecho es que el músico usa la memoria a diario. Para recordar posiciones que recuerda visualmente, melodías que recuerda visual y auditivamente, así como conceptos teóricos que memoriza intelectualmente.  Y así podríamos seguir…

Usando el sentido común, por más que tenga un computador súper poderoso, ¿podía alcanzar su máximo potencial con una miserable memoria?

Varios teóricos musicales han estudiado el uso de la memoria en la música. 

De LEEME (Lista Electrónica Europea de Música en la Educación) resumimos que:

“Lavignac (1950), diferencia 3 tipos de memoria básicas (del oído, de la vista y de los dedos) mientras que Willems (1961) matiza la diferencia entre la memoria musical propiamente dicha y la instrumental agrupando en la primera la rítmica, auditiva, mental e intuitiva y en la segunda la visual, táctil y la muscular”.

Pero quién más ha contribuido en Rodolfo Barbacci (1911), musicólogo y compositor argentino. radicado desde 1938 en el Perú, y autor de Educación de la Memoria Musical. Barbacci en su libro, distingue hasta siete tipos de memoria:

a- Muscular. Es la memoria comúnmente más utilizada en la práctica instrumental. Es la encargada de automatizar los movimientos. (También conocida como táctil).

b- Auditiva. Es la memoria propia de toda actividad musical. Se encarga del control auditivo, proporcionando al intérprete juicios de valor, acerca de la calidad de la ejecución.

c- Visual. Memoria utilizada para retener lo captado a través de la vista. Su aplicación musical consiste en la memorización de los rasgos más significativos de la partitura, la memorización de las posiciones necesarias para la ejecución, así como también el desarrollo de la memoria visual del instrumento.

d- Nominal. Es la memoria verbal que dicta el nombre de las notas mientras son tocadas.

e- Rítmica. Trata de la facultad de recordar ritmos y movimientos rítmicos.

f- Analítica. Es la facultad de analizar y retener lo leído.

g- Emotiva. Memoria que recoge el plan interpretativo de la obra, previamente diseñado e interiorizado.

Entrenamiento preparatorio: la práctica mental. (Adelanto de mi próximo trabajo Introducción a la Armonía).

En el estudio de la armonía hay que recordar escalas, o calcular diferencias entre notas que se llaman intervalos. Y hay que hacerlo rápida y eficazmente. Si tengo, por ejemplo, que usar una escala menor armónica, que se deriva de una escala mayor a la vez que agregarle los sostenidos y/o bemoles que posea y tengo dudas en el orden de las notas, el trabajo se tornará en una tortura.

            Algo que ayuda mucho es tener previamente practicados ciclos de notas.  Los siguientes ciclos nos preparan para las actividades más básicas a desarrollar en nuestro estudio.

El ciclo 2 consiste en contar Do-Re-Mi-Fa-Sol-La-Si-Do. Y sirve para las escalas. El Ciclo 3 es Do-Mi-Sol-Si-Re-Fa-La-Do. Usado para deducir acordes. El ciclo 5(4) es Fa-Do-Sol-Re-La-Mi- Sí. Dicho así es un ciclo de quintas, y lo usamos para calcular los sostenidos en las escalas diatónicas mayores.  Si lo hacemos de atrás hacia adelante, Si-Mi-La-Re-Sol-Do-Fa, es un ciclo de cuartas, y corresponde al orden de los bemoles en las mismas escalas.

Bibliografía

LEEME (Lista Electrónica Europea de Música en la Educación-. http://musica.rediris.es.ISSN: 1575-9563).

Educación de la memoria musical de Rodolfo Barbacci (1965).


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