CUANDO LA SAL NO SALA NI EL AZUCAR ENDULZA…

No todo lo que reluce es oro. En su interpretación principal, cuando nos referimos a la palabra música, es como a un vocablo con una connotación netamente positiva. Estamos ante una manifestación de la belleza. Y si bien es verdad que hay músicas tristes muy buenas, tienen como función desahogar el alma. Para luego volver a reír. Pero cuando la música no alegra, sino que es una expresión del egocentrismo del intérprete estamos en un problema. Es una comida que no nos va a caer bien. Esto no quita que podamos escuchar músicas que no nos gustan como tema de estudio. Veamos unos ejemplos ilustrativos.  


a- Egocentrismo musical. Si voy a un recital de un solista que toca notas y notas, pero no me queda nada en el corazón. Y encima cargadas de egocentrismo, dificultad por sí misma, y cero mensajes; ¿qué diferencia con escuchar a un excéntrico que habla cosas que nadie entiende, y donde casi nada es real? ¿O una persona que habla palabras que nadie entiende para que nadie entienda? Generalmente preferimos no volver a oírlo. Deberíamos tratar a la música con el mismo respeto que hacemos con el lenguaje oral. Esto no significa que no tengamos la mente abierta a escuchar algo nuevo. Pero lo nuevo debe ser bueno, y refrescar mi alma. No confundirla.

Como ejemplo negativo hay una composición de John Cage, llamada 4`33`` porque se trata de un silencio de cuatro minutos, treinta y tres segundos. Más allá de ser tomada como una valoración del silencio, considerado como el lenguaje del universo por algunos místicos, la música debe sonar. No puedo hacer que el público pague una entrada para no oír nada.

Y que pasa cuando alguien que apenas conozco me habla cinco o diez minutos sin parar, de cosas que no me interesan. Lo considero un pesado. Bueno, lo mismo debería suceder cuando escucho un solo de diez minutos, sea del instrumento que sea. Sobre todo si no me alegra el alma.

b- Músicas para el mal. Hay quién usa la música para alabar la oscuridad. Yo directamente no las escucho. Ya bastante mal hay en el mundo para que yo me detenga a escucharlo.

c- Músicas con valor creativo. Hay siempre ejemplos de creaciones que no comparto pero que tienen algún valor educativo. Las escucho y sobre todo las analizo. Algunas pueden terminar gustándome. Otras no.

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